Lo cierto es que desde el boom del tabaco en el que todo el mundo fumaba independientemente de su edad, sexo y condición, y tras los primeros grandes juicios contra las tabacaleras (se les olvidó avisar que su producto además de adictivo era nocivo para la salud), el porcentaje de población con este hábito ha ido bajando sustancialmente con el tiempo. Según el Ministerio de Sanidad y Consumo, ahora mismo se sitúa alrededor de un 29% en España (de fumadores activos, es decir, sin contar a los exfumadores) mientras que a mediados de los 80 rondó el 40%.
Por supuesto, para las grandes empresas del tabaco, esta disminución porcentual no significa nada, ya que, aunque el trozo de pastel que se llevan es menor en proporción, el pastel, o lo que es lo mismo la población total, ha crecido mucho últimamente. El camino que llevamos, sin embargo, es esperanzador. Y no es que quiera atacar a los amantes del tabaco en absoluto, pero es que no conozco aún a padres fumadores que inciten a sus hijos a seguir sus pasos, si no todo lo contrario.
Hoy he encontrado por Internet una curiosa iniciativa para sustituir el contenido de las expendedoras de tabaco y ayudar a los más audaces a dejarlo. Son lo TANK BOOKS, o libros con la forma de paquetes de tabaco. La iniciativa es de una agencia británica de diseño y publicidad que está intentando sacar provecho a las nuevas leyes antitabaco que, también allí, se están empezando a aplicar.


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